Francisco Sanclemente Molina
A menos de un año de las elecciones presidenciales de la primera vuelta y con la presencia sin precedentes de tanto aspirante a la primera magistratura de la Nación, es totalmente sorprendente, por decir lo menos, que ninguno de ellos se haya pronunciado sobre lo que sería la decisión en su eventual gobierno, frente a la fumigación de los cultivos ilícitos, fuente fundamental del deterioro gravísimo de la seguridad nacional y combustible permanente de la creciente violencia que se vive en Colombia.
Con más de 250.000 hectáreas de cocaína sembradas y con un incremento inocultable de este negocio, flagelo de por lo menos los últimos 40 años para Colombia, la actual administración y por razones difíciles de entender, se ha resistido a realizar la fumigación de los cultivos ilícitos, a pesar de los reiterados anuncios hechos por el actual Ministro de defensa, el último de ellos en febrero de este año, en el que anunció con gran despliegue en los medios de comunicación que a partir del 1 de marzo de 2021 se iniciaría la campaña para combatir por este medio, el crecimiento progresivo de este infame negocio que tanto dolor ha causado a nuestro País.
Es inocultable que una de las consecuencias de los acuerdo de paz de la Habana, ha sido el impresionante crecimiento en las hectáreas sembradas con coca, bien sabido es que pasamos de 40.000 hectáreas al final del gobierno Uribe, a cerca de 220.000 al final de la administración Santos y que la lucha por el control de este negocio se continua librando entre los diferentes grupos alzados en armas, el ELN, las facciones de las disidencias de las FARC, que no se acogieron a los acuerdos firmados y otros que pretenden continuar con un negocio, que además de haberles generado impresionantes ganancias económicas, les ha permitido fortalecerse militar y financieramente.
La conciencia ciudadana clama hoy por una política firme y decidida en el combate contra estos grupos armados, empezando por la necesidad de desmantelar el infame negocio, con la medida más eficaz para lograrlo como es el de la fumigación, por lo cual no tengo la menor duda que el candidato presidencial que con mayor firmeza se comprometa a diseñar una política seria y permanente para lograr, que dejemos de ser el primer país productor de cocaína en el mundo, título triste y vergonzoso que hoy ostentamos, obtendrá el favor en las urnas, de allí lo sorprendente e insólito que ninguno de ellos se haya sintonizado e interpretado en lo que sin duda, es hoy un anhelo nacional.