Nelson R Amaya
Escuchamos las mismas agitadas afirmaciones que nos gritan cada cuatro años que esta es la última oportunidad de salvarnos de las desgracias de vivir como vivimos, y que de no hacer lo que nos propone quien vocifera, entraremos en ese horroroso mundo del infierno como país. Como si ya no estuviéramos en una ebullición en tantos aspectos de la vida diaria. Pues no. No vamos a extinguirnos porque alguien quiera detener todas las instituciones, como con un control del tiempo, ya que no podrá hacerlo por mucho que lo cacaree. Tampoco se va a acabar la corrupción, mientras como sociedad no ayudemos a construir dentro del carácter de cada colombiano las bases de una ética que nos brinde un actuar de más respeto dentro de las libertades que nos harán, algún día, mejores esclavos de ellas. Lo que sí tenemos que hacer es pensar en serio por Colombia. Lo que va a pasar el próximo domingo nos dará tres ganadores de coaliciones que se sumarán para la primera vuelta a los ya anotados -¿sin reversa?; no creo-. A contrapelo de las encuestas y muy a pesar de medios que se apuntan a un inexorable resultado basado en esas mediciones, de ellos saldrá el próximo presidente. Y los posibles ganadores nos dejan con un tablero de opciones que podemos barajar con más facilidad que con el naipe actual, donde todos quieren ser ases de diamante cuando muchos son solo dos de tréboles. Difícil pensar que en la coalición de la esperanza surja un ganador diferente de Fajardo o Gaviria. Igual caso sucede con el equipo por Colombia, cuando Barguil viene a más, al igual que Fico, mientras que el silencio de Char lo ha fundido. Petro, indiscutible ganador de su encuesta. Veamos, entonces: Si las alternativas fueran Barguil, Fajardo y Petro, ¿por cuál se definiría? ¿Si Barguil, Gaviria y Petro?. Con otra mano para jugar, ¿si son Fico, Fajardo y Petro? ¿si Fico, Gaviria y Petro? Quien tenga la libertad para pensar con seriedad en Colombia no debe salirse de dos de estas casillas del tarjetón. Hacerlo, a la vez, con una de dos alternativas: rayar el mejor preparado para gobernarnos, o a quien tenga mejores posibilidades de ganar al desinstitucionalizador. Éste sería aquel capaz de aglutinar mayores fuerzas afines, por talante, responsabilidad y seriedad. Hay otra cara de la moneda que se tira al aire el domingo por primera vez en este congestionado e interesante año electoral: la de las eternas discusiones sobre el papel de los expresidentes colombianos que para muchos no nos dejan bien parados como democracia. Es la usanza en la gran mayoría de culturas que, una vez terminado el mandato, el presidente se retire, cumpla un papel de conferencista internacional, escriba memorias, críe nietos y permita que los ciudadanos de su país se dediquen a compararlo con otras administraciones para construir la historia de la nación. No sucede en Colombia. Nunca son muebles viejos, como un día afirmó López Michelsen. ¿Qué pasa hoy con cada uno de ellos? César Gaviria, sin candidato presidencial de su partido, intentando jugar el papel de jóker para inclinar la balanza a favor de quien observe como mejor posicionado luego del domingo. Le saldrá el tiro por la culata. No aglutinará su movimiento, que ya no partido, luego de las enormes fragmentaciones que ha sufrido por culpa de su dirección, puesto que muchos ya definieron a quien apoyar a la presidencia. Ernesto Samper, disidente del liberalismo de Gaviria, dedicado a la limitada tarea de sacar su vástago como senador del partido verde, sin proyección nacional ninguna. Álvaro Uribe salta del caudillismo a la micro-política con bastante brío y habilidad, pero sin ninguna posibilidad de continuar su incomparable trayectoria de haber sido el ganador de cuatro de las últimas cinco elecciones presidenciales. La probabilidad del retiro de su candidato antes de la primera vuelta es un secreto a voces por la rebeldía de su partido, cansado de una disciplina para perros que buscan los caudillos. Juan Manuel Santos, sinuoso, lo propio de él, al verse sin acogida popular y consciente de que su apoyo a algún aspirante restaría más que sumaría respaldos, optó por marginarse, con el aguijón siempre dispuesto a picar, pero, como dicen las señoras, muy bajo de punto. Para sorpresa de muchos, quien hoy está en mejor posibilidad de obtener un triunfo electoral es Andrés Pastrana. Entra y sale de la política nacional con astucia, no ha dejado de expresar sus criterios con carácter, bien para respaldar, cuando toca, alguna política del gobierno Duque o para criticarla como tantas veces lo hemos escuchado. Prohijó a David Barguil, caminó el país para estimular el fervor del partido conservador, que sale a votar desde debajo de las piedras cuando ve probabilidades de triunfo como hoy y le puso la cara a las desbordantes mentiras de Petro. Chapeau, Andrés