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¿Al gratín?

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Nelson R. Amaya.

Para nadie es novedoso decir que el ingeniero Rodolfo Hernández se alzará
con la presidencia el próximo 19 de Junio. Y no lo es porque las cifras y la
actitud y tendencia de la gente fue contundente.
De abajo para arriba, un par de participantes, con mucha más dignidad que
votos, Enrique Gómez y John Milton Rodríguez, acumularán sus esfuerzos
para favorecer el anti-petrismo. Mención especial merece la coalición de la
esperanza, cuya ídem se perdió desde su concepción y su evolución abortiva.
Genéticamente creada para una desbandada, como la que observamos hoy,
eran unos políticos tradicionales, disfrazados de auspiciadores del cambio, y
responsables de gran parte de lo que la gente del común le achaca a esa clase
que oculta sus garras pero lanza zarpazos a diestra y siniestra cuando llega a
los cargos públicos. Todos llevan años en las élites de Colombia, sin parpadear
para saltar de bando, cuando se desprestigia el último árbol al que se
arrimaron.
Por otro lado, a Fico Gutiérrez le aplicaron la misma regla con la cual ganó la
consulta de su coalición: los electores votaron en marzo por él para evitar que
Char o Barguil, representantes de partidos con fuerte lastre clientelista de
desprestigio, pudieran ser el abanderado de ese grupo de “experimentados”.
La cuenta de cobro la pagó, al sumar esas desventajas al discurso de segunda
categoría, vacío de contenido y pobremente expuesto. Tiene sin embargo un
mérito de resaltar, y es esa generosa actitud de no salir a mostrar un espíritu
chantajista con el importante respaldo que obtuvo, que finalmente inclinará
la balanza en favor del ingeniero. Porque, aun cuando aparezcan reticentes
para acompañar a Rodolfo, luego de observar con pánico el riesgo
democrático con el otro participante de la segunda vuelta, lo marcarán “al
gratín”, como necesidad de supervivencia. Me atrevo incluso a pronosticar
que una parte importante de quienes votaron por Petro como símbolo de
cambio, ahora que tienen el cambio asegurado por ser las dos opciones
ajenas al partidismo tradicional, voltearán a mirar hacia el santandereano y se
alejarán del cúmulo de mentiras y los círculos podridos que acompañan al de
la izquierda. Más que por ser de izquierda, fue por cambiar una
disfuncionalidad institucional que muchos colombianos le dieron apoyo a
Petro.
Así que, aun cuando veamos un riesgo mayor de desviarnos como país en
manos del primero en votación, y optemos por darle respaldo al segundo, su
victoria deberá ser monitoreada con responsabilidad por sus electores. No
tiene la verdad revelada en todos los campos del ejercicio del poder, y no
todo lo que proponga, por ese solo hecho se vuelve incontrovertible. Deberá
buscar concertar sus propuestas de reformas institucionales, con la
comunidad nacional, por supuesto, pero en armonía con el respeto por la
gente, lo que no parece ser una de sus principales características. No
confunda carácter con grosería, no confunda criterio con soberbia. Maldecir
de tantos da votos sin pactos oscuros, pero no estaremos eligiendo un
autarca sino un Presidente. Así sea al gratín.

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